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Plutarco Elías Calles: el fin del caudillismo y la fundacion del partido nacional revolucionario en México (página 2)




Enviado por marcos cueva



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Así, el periodo que influyó negativamente en la psicología de Calles parece haber sido sobre todo el de Ortiz Rubio. "He declarado -considera al respecto Portes Gil- que, durante el Gobierno del ingeniero Ortiz Rubio, el general Calles se vio, aún en contra de su voluntad, obligado a intervenir hasta en las cuestiones más baladíes -lo que afectó rápidamente su personalidad-, porque tal le consta a toda la Nación. Quienes estuvimos cerca de él -yo, hasta el mes de agosto de 1930-, fuimos testigos de la repugnancia que le causaba que a cada momento le llamara el propio Presidente, o alguno de sus colaboradores, bien para corregir yerros de importancia, bien para zanjar disputas personales surgidas entre los empleados de confianza del Jefe del Ejecutivo y sus amigos. Así pasó el general Calles los tres años de Gobierno del señor ingeniero Ortiz Rubio, en que las crisis se sucedieron diariamente y en que la Presidencia perdió por completo la brújula de su administración"[37]. Calles se desgastó, quedándose por lo demás sin verdaderos amigos, al menos al decir de Portes Gil: "El grupo de sus íntimos -prosigue el tamaulipeco- lo formaban gentes que, sin merecimiento alguno, se dedicaban ostensiblemente, sin escrúpulo, a la explotación de los negocios públicos, abusando de su amistad, y de tahúres que, entre copa y copa, se pasaban los días y las noches halagando al que había sido erigido, por ellos, en Jefe Máximo de la Revolución" [38]Esta observación se parece a la ya citada de Rodríguez.

Queda por precisar que según Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio no fue sincero al buscar el máximo cargo del país: quiso aparecer como candidato de Calles siendo que aquél era el de las ambiciones, algo que notó el propio sonorense. Este proceder de Ortiz Rubio se debió también a la adulación de políticos ambiciosos. Cuando Ortiz Rubio fue a ver a Calles a Cuernavaca, el general sonorense constató, según Portes Gil: "Este ya viene picado, ya lo inquietaron los políticos y cree que la Patria necesita de él. Como no conoce la situación del país puesto que ha estado ausente de él más de ocho años, le han hecho creer que cuenta con una gran simpatía para figurar en las próximas elecciones (…) Como Ortiz Rubio me pidió mi consejo sobre lo que debía hacer, prosiguió Calles ante Portes Gil, le manifesté que éste era un problema que a él le tocaba resolver; que yo por ningún motivo deseaba tomar el menor partido a favor de ninguno de los candidatos. Ortiz Rubio trataba seguramente de que yo lo orientara sobre una situación en la que ya había tomado posición y había determinado figurar como candidato"[39].

Conclusiones

En suma, durante el periodo de Ortiz Rubio se había montado todo un sistema de movilidad ascendente -que funcionaba alrededor de Ortiz Rubio como de Calles- que parecía depender del otorgamiento de favores desde arriba y de la preservación de "privilegios revolucionarios". Quienes esperaban obtenerlos o conservarlos creaban todo un sistema de encumbramiento de algún político -sirviéndose del potencial engreimiento de éste- de tal modo que el encumbrado se viera luego obligado a retribuir el favor previamente recibido desde abajo. Con Calles se había terminado el tiempo de los caudillos militares, héroes en el campo de batalla aunque poco duchos en la política, como era tal vez el caso de Obregón. Ni Portes Gil, ni Ortiz Rubio, ni Rodríguez destacaron jamás en las batallas revolucionarias, por cierto que a diferencia de una larga trayectoria militar de Cárdenas. Tampoco había ya riesgo de que un militar tuviera la anuencia de una Iglesia poderosa para mandar. Sin embargo, la clase política en ascenso creó otro tipo de líder, encumbrado por un poder colectivo mediante métodos que no eran ajenos al envanecimiento y luego a formas más o menos corruptas de redistribución de la riqueza desde arriba (es decir, desde la política misma), mediante cargos en el Estado. Este tipo de maniobra de la clase política llegó en su momento a perjudicar a Calles y la autoridad que tenía, aunque el perjuicio fue probablemente temporal.

Tal vez sea éste el sistema que fue poniéndose en marcha -por lo demás, se volvió determinante en la política mexicana de posguerra- y que Alicia Calles llegó a intuir como gravemente corruptor. Las cosas -mitigadas con Portes Gil- cambiaron con Abelardo L. Rodríguez, aunque el daño ya estaba hecho y Calles tardó en reaccionar positivamente; finalmente, Lázaro Cárdenas -extrañamente vuelto candidato por un hijo de Calles- decidió en 1935 que el sonorense saliera de México. Queda por saber si el cardenismo no oficializó en realidad con sus prácticas corporativas el tipo de movilidad ascendente que los políticos mexicanos venían creando desde antes, seguramente que desde los años "20. Como sea, Cárdenas resultó a la larga una figura mucho más personalista que Calles y el propósito del informe de 1928 fue adulterado -por el comportamiento de políticos aduladores- como lo fue desde el futuro presidencialismo, que no tiene su origen en el Maximato.

Bibliografía

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Taracena, Alfonso (1964). La verdadera Revolución Mexicana. Decimocuarta etapa (1928-1929), México: Juan Pablos,

 

 

Autor:

Dr. Marcos Cueva Perus

Instituto de Investigaciones Sociales

Universidad Nacional Autónoma de México

México D.F., 2 de julio de 2015

[1] Portes Gil, Emilio. (1954), Quince a?os de pol?tica mexicana, M?xico: Ediciones Botas, p.30

[2] Portes Gil, p.ct., p. 34

[3] Portes Gil, Ibid., p.92

[4] Portes Gil, Ibidem., p.92

[5] Mac?as, Carlos, Plutarco El?as Calles. Pensamiento pol?tico y social. Antolog?a (1913-1936), M?xico: Fondo de Cultura Econ?mica. pps. 286-287

[6] Mac?as, Op.cit., p. 287

[7] Quiroz Flores, Sonia Carolina (1993), Espionaje y controversia petrolera en 1927. Bolet?n FAPECyFT, M?xico: Fapecyft (14).p.6

[8] Lo est?n por ejemplo en Buchenau, Jurgen, Plutarco El?as Calles y su admiraci?n por Alemania, Bolet?n FapecyFt, (51), M?xico: 2006. Si bien Calles llega a expresar admiraci?n por un muy ?guerrero? Hitler, no parece conocer demasiado bien la situaci?n alemana y congenia en cambio ?de visita en el pa?s europeo en 1924- con su ?alma gemela? Friedrich Ebert (p.13). La admiraci?n ?asaz moderada- por Mussolini (a quien como sea Calles tacha de ?dictador?) aparece en El?as Calles, Plutarco, La ley del p?ndulo, Bolet?n, FapecyFt (67): M?xico: 2011. En este texto, Calles reprueba ante todo el culto a la fuerza y la falta de responsabilidad en los l?deres que han aparecido en la pol?tica mundial de entonces (1936).

[9] Scherer Garc?a, Julio. (2013). El indio que mat? al Padre Pro, M?xico: Random House Mondadori, p. 61.

[10] Scherer, Op.cit., p. 62.

[11] Meyer, Jean, con la colaboraci?n de Enrique Krauze y Cayetano Reyes. (1977), Historia de la Revoluci?n Mexicana. Periodo 1924-1928., M?xico: El Colegio de M?xico, p. 56

[12] Meyer, Op.cit., p. 237

[13] Taracena, Alfonso (1963), La verdadera Revoluci?n Mexicana, Und?cima etapa. M?xico: Editorial Jus, , p. 149.

[14] Taracena, Alfonso (1963), La verdadera Revoluci?n Mexicana, D?cima segunda etapa, M?xico: Editorial Jus, p. 15.

[15] Taracena, Op.cit, p. 15

[16] Mac?as, Op.cit., p. 242

[17] Mac?as, Ibid., p. 242

[18] Meyer, Lorenzo, con la colaboraci?n de Rafael Segovia y Alejandra Lajous, (1978), Historia de la Revoluci?n Mexicana. Periodo 1928-1934, M?xico: El Colegio de M?xico, p. 47

[19] Mac?as, Op.cit., p. 288

[20] Mac?as, Ibid., p. 289

[21] Meyer, Lorenzo, con la colaboraci?n de Rafael Segovia y Alejandra Lajous, Op.cit., p. 187

[22] Mac?as, Op.cit., p. 291

[23] Mac?as, Ibid., p. 283

[24] Mac?as, Ibidem, p. 291

[25] Mac?as, Ibidem., p. 246

[26] Mac?as, Ibidem, pps 244-245

[27] Taracena, Alfonso (1964). La verdadera Revoluci?n Mexicana. Decimocuarta etapa (1928-1929), M?xico: Juan Pablos, pps 155-156

[28] Taracena, Op.cit., p. 156.

[29] Portes Gil, Op.cit., p. 381

[30] Portes Gil, Ibid., p. 380

[31] Portes Gil, Ibidem., p. 214

[32] Rodr?guez, Abelardo L.(1962), Autobiograf?a, M?xico: Novaro, p. 157

[33] Rodr?guez, Op.cit, p. 157

[34] Rodr?guez, Ibid., pp. 158-159

[35] Rodr?guez, Ibidem., pps 159-160

[36] Rodr?guez, Ibidem, p. 160

[37] Portes Gil, Op.cit., p. 214

[38] Portes Gil, Ibid., p. 215

[39] Portes Gil, Ibidem., pp. 160-161

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